Vivir los conocimientos ancestrales
- Ñukanchik Cultura
- 14 feb 2019
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Actualizado: 16 feb 2019
Dentro de la cosmovisión indígena el parto es un ritual ancestral. La partera cumple con un rol fundamental en este acto, pues es quién a sus saberes da la bienvenida al recién nacido.

Esperanza Mejía es comadrona, un oficio que lo ha ejercido desde hace ya 33 años en la parroquia de San Rafael ciudad de Otavalo. Durante este tiempo ha asistido alrededor de 1000 nacimientos. Es una mujer de carácter firme y amable, la misma que ha cultivado sus conocimientos desde que tenía 10 años. Esperanza recuerda que aprendió acompañando a su abuela en los distintos lugares de la ciudad para socorrer a mujeres embarazadas.
En su niñez solo veía cómo su abuela Dolores Peña y tía Carmén Hinojosa revisaban minuciosamente la salud de la futura madre. Para Margarita Mejía, hermana de Esperanza, la primera vez que presenció un parto tuvo temor. Sin embargo, Esperanza se interesó en adquirir los conocimientos para continuar con los pasos de su abuela. Es así como definió su carrera. Comenzó a trabajar desde los 20 años, siendo ayudante de Dolores Peña. A medida que su experiencia crecía sintió la necesidad de tomar un camino autónomo. En este nuevo desafío la primera mujer que atendió, era su prima.
Francisca Aguilar, la primera paciente de Esperanza, comentó que “Dolores, es una mujer, comprensiva, luchadora porque en los hospitales no se recibe una atención favorable, sino que muchas veces, una es tratada mal”.

En el año 2008, Mejía recibió una capacitación en el centro de salud de San Rafael. La enseñanza fue impartida por doctores del hospital San Luis de Otavalo, la temática que trataron fue ¿cómo atender un parto? En ese entonces la persona encargada del taller era Sara Horquera, doctora del centro hospitalario, quien resaltó que “Esperanza era una de las mujeres más interesadas en aprender y adquirir conocimientos la capacitación duró 6 meses y después las parteras debían poner en práctica lo que aprendieron”.
Para Juana Cachimuel, compañera de trabajo de Esperanza Mejía destacó que “los conocimientos adquiridos en los talleres debían ponerlos en práctica, por ende, nos mandaron al Hospital San Luis a atender a las mujeres embarazadas, durante un año. Es ahí donde todo lo que aprendimos lo demostramos”.
Mejía sobresalió por brindar servicio excepcional en el hospital, de tal manera que las mujeres en cinta solicitaban su atención. El reconocimiento fue tal que llegaban a su casa mujeres de distintos lugares como; Cayambe, Topo, Peguche, Gonzáles y otros rincones de la ciudad para confiarle su salud y la de sus hijos.
Un aspecto importante dentro de este oficio es que la legislación ecuatoriana reconoce esta práctica y se afirma que “La Constitución respalda a los ciudadanos que aún practican medicina ancestral”, asimismo el Ministerio de Salud Pública respalda esta labor.
Janeth Quilumbango, presidenta del grupo Parteras Indígenas explicó “La acogida que tienen las parteras en las casas de salud ahora es mucho más amplia y se ha convertido en un proceso intercultural”.
La exitosa carrera de Esperanza Mejía continúa, actualmente tiene 54 años de edad. Ella comparte la filosofía de dar a luz en casa. Sin embargo, recomienda que acudan a los hospitales si es su primer hijo o son de una edad avanzada. Finalmente, Mejía aspira a que este oficio trascienda de generación en generación pues ella lo cumple con la dedicación y la exigencia que demanda traer a los bebés al mundo
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