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La realidad de una experta comerciante

  • Foto del escritor: Ñukanchik Cultura
    Ñukanchik Cultura
  • 15 feb 2019
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 10 abr 2019

La mujer indígena sin duda demuestra que quiere progresar. La mujer indígena es responsable, polifacética, capaz de trabajar, ser fuerte y sostener su hogar.

En la ciudad de Otavalo se encuentra una gran diversidad de artesanías que simbolizan las manifestaciones artísticas de la cultura indígena. Entre las artesanías de exhibición se muestran: chales, ponchos, la famosa maqui huatarina, instrumentos musicales, entre otras maravillas, deleitan la mirada de turistas y extranjeros.

En la venta de artesanías se encuentra María Castañeda, comerciante indígena que desde hace 22 años comenzó a vender en la Plaza de Ponchos. Su puesto se compone de maqui huatarinas, bisutería, peluches de alpacas, cuyes y muñecas indígenas. Es así como se gana la vida y deleita a los visitantes con sus productos.

Pero ¿por qué decidió desempeñar esta labor? ¿qué la motivó? Pues bien, todo empezó cuando ella ayudaba a su madre desde niña en la elaboración de productos.

“Todo lo que he aprendido fue gracias a mi mamá, esto se elabora con amor y paciencia para demostrar nuestras habilidades es por eso que desde pequeña decidí salir adelante con este negocio” (María Catañeda)

El día sábado María se encontraba en el puesto comercial atendiendo a los clientes que pasaban por el lugar. Ella vestía de forma tradicional; un anaco negro, camisa bordada a mano, de colores y alpargatas. Con una mirada cálida y una sonrisa que brindaba confianza al posible comprador. Mientras el día avanza María comparte su secreto"es mejor ser amable con las personas al momento de ofrecerles productos” finalizó la frase y reacomodó los artículos que movieron los turistas.


Raúl Cabrera, artesano e investigador, aseguró que el poncho otavaleño es una mezcla de culturas y tradiciones que vienen antes de la época española. De modo que esta prenda se origina de la mezcla entre las culturas Otavalo, Aymara, Quichua.


Una de las preguntas que rondaba mi cabeza se resolvió con una simple acción ¿cómo hacía para entender a los extranjeros? doña María simplemente indicó los productos con una sonrisa y pronunció "one dollar” , “there dollar” y si las barreras idiomáticas complicaban el comercio, simplemente lo resolvía mostrando sus dedos para indicar el precio. Además señaló María que aprendió los números en inglés para brindar un mejor servicio.


María Catañeda es un miembro importante dentro del grupo de comerciantes de la plaza. Su forma de ser la destaca es amorosas, respetuosa, cálida con los clientes.

Su compañero comenta que“si ella no viene, aunque salgan sus hijas, las personas que le compran no se llevan nada. Prefieren que la señora María les atienda" asegura Martha López, artesana de bisutería del lugar.

Ricardo Morales cobrador de los puestos en la Plaza de Ponchos destacó que este lugar ya tiene más de 88 años dedicados al comercio, de los cuales la señora María ya lleva gran tiempo en ese lugar.

Su hija Rosa Sánchez, de 33 años de edad, dice que su madre es fuente de inspiración “gracias a ella puedo vivir de la creación de artesanías para comercializarlas”.

Es por eso que las actividades de la Plaza de Ponchos cuentan diferentes historias como la de la señora Rosa, como un reflejo de constancia y ejemplo.


 
 
 

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